Deterioro de la economía de Japón en 2007

Los créditos de difícil recuperación de los Bancos

El grave deterioro de las economías regionales

La falta de incentivo de los empresarios a esforzarse más.

Disminución del gasto por parte de los consumidores.

Falta de eficacia y transparencia en la política del Gobierno

Algunos especialistas plantean que dándole solución a estas dificultades la economía se irá reactivando.

Para dar solución al problema del sistema bancario, y sobre todo en el menor tiempo posible para eso hay que liquidar los bancos que tienen problemas, mediante nacionalizaciones u otras medidas, así los que deben potenciarse mediante inyecciones de fondos públicos.

Como consecuencia del derrumbe de los precios de las acciones y de las propiedades que actuaban como garantía de los créditos, los bancos japoneses han acumulado préstamos por la enorme cifra de más de 1 millón de millones de dólares (el 25% del PIB), de los cuales el 30% son directamente incobrables.

Como consecuencia de este derrumbe, algunos grandes bancos han quebrado y muchos otros han sido estatizados para ser “saneados” y luego reprivatizados.

Por otro lado, la deuda total de las compañías bancarias y financieras han venido en aumento, así como también el número de quiebras del sector corporativo que acumulaba en abril del 2003 la cifra de 1 514 quiebras empresariales, principalmente motivadas por las caídas de las ventas, (bajos precios y poco consumo), el estancamiento industrial, y las dificultades en la recuperación de los créditos.

También en el caso de las familias japonesas, debido a la disminución en un 70% del valor de las casas adquiridas mediante créditos hipotecarios, se anuncian pérdidas en el orden de 250 mil millones de dólares. A pesar de las bajas tasa de interés, en la actualidad las hipotecas absorben alrededor del 8% del ingreso personal disponible.

Una de las medidas que todavía se está aplicando y que no acaba de resolver el problema fue el de la reducción sustancial de las tasas de interés para permitir que los deudores morosos reestructuraran sus obligaciones y para impulsar el crédito al consumo.

El descenso en las tasas de interés alcanzó el récord histórico de cero, para los préstamos del Banco de Japón (Banco Central) al sistema bancario.

El Gobierno ha financiado la fusión de toda una serie de bancos, instituciones problemáticas y otras quebradas que fueron directamente estatizadas.

A pesar de estas medidas la situación de los grandes bancos sigue prácticamente igual La clave está en la ausencia de estimulo al crédito porque el país está lleno de empresas gravemente endeudadas y que son demasiado débiles para invertir en el futuro. El hiperendeundamiento, el exceso de la capacidad instalada, la extrema debilidad de los mercados y los nulos beneficios explican que la demanda de crédito bancario por parte de las empresas haya registrado su mayor descenso en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los hechos relevantes en 1999, como muestra del caos bancario es el caso de la quiebra de dos importantes bancos regionales, el Kokumin Bank y el Namihaya Bank, la quiebra de este último fue significativo porque era un banco que había nacido de la fusión, financiada por el gobierno de otros dos bancos virtualmente quebrados.

La crisis de la banca regional fue tan grande que se extendió a las instituciones bancarias en todas las regiones del país.

Esta prolongación se convirtió en algo muy preocupante para el gobierno nipón.

La segunda dificultad o punto clave que caracteriza la economía japonesa consiste en el problema de la autonomía de las regiones de Japón.

El Gobierno distribuye alrededor del 70% de los ingresos fiscales que recauda de las administraciones locales y utiliza su poder fiscal para mantenerlas controladas.

En este sentido la solicitud de financiamiento para cubrir las necesidades locales reales no tienen probabilidades de ser aprobadas por el Gobierno, que se limita a dar el visto bueno a aquellas de tipo estándar, perdiéndose de esta forma la individualidad trayendo como consecuencia que decaigan las industrias locales.

Para dar solución a este tema sería necesario desarrollar un programa de descentralización que confiriera autonomía sobre sus asuntos. Para revitalizar y dar más independencia a las regiones, se pretende lograr un desarrollo basado en las especificidades de las regiones, para que puedan cubrir con sus propios fondos las necesidades de la administración local, a partir de la recaudación de los ingresos de los impuestos locales.

Dando solución a esta problemática y para acelerar la reforma estructural se aprobó en el 2003 la creación de 57 zonas económicas especiales, que están sujetas a un trato preferencial de liberalización, incluidas ocho zonas en las que las empresas privadas podrán emprender actividades agrícolas.

La zona especial queda bajo la jurisdicción municipal y esta medida debe propiciar la competencia entre las regiones.

Después de la aprobación de la asamblea local, cada municipio solicita al Gobierno Central la exención de la regulación que impide participar en las nuevas actividades y de esta forma se comienzan a formar “las zonas especiales”

Estas zonas especiales serian las primeras zonas de desregulación que tendría Japón y forman parte de las reformas estructurales del primer ministro Junichiro Koizumi.

Según el secretariado de Estado encargado de las zonas especiales Yoshitada konoike, otras provincias y municipios han enviado sus peticiones al gobierno para establecer 129 zonas económicas especiales adicionales.

El tercer factor que afecta la economía nipona, es lo relacionado con la falta de espíritu emprendedor.

El sistema fiscal no favorece, ni estimula la actividad empresarial ya que en las actuales condiciones de tener éxito, el Estado recauda el 65% de sus ingresos personales, así como el 50% de los beneficios de las empresas. Esto trae como consecuencia el poco estimulo para trabajar e invertir en proyectos nuevos.

Por otra parte mientras que los empleados públicos no se les afectan el ingreso hagan lo que hagan, sea cual sea el resultado que obtengan, sin arriesgarse apenas, sin embargo al empresario lo penalizan a pesar de arriesgarse más.

Este sistema que se aplica contradictorio y desordenado hace que las recompensas vayan a parar a los holgazanes y los castigos a los diligentes, convirtiendo a estos últimos en holgazanes también.

Los empresarios privados reclaman en estos momentos impuestos no superiores al 30% de sus ingresos. Sin lugar a dudas se pone en práctica un sistema que proporcione recompensas y penalizaciones, los japoneses se esforzaran mas en tener éxito.

El cuarto problema radica en la falta de incentivo para el consumo personal, esto se debe principalmente a la inseguridad laboral que afecta a Japón desde principio de los años 90.

Hoy día el gran ahorro debe interpretarse como un síntoma de desesperanza en algunas de las economías asiáticas. En particular la incertidumbre con respecto al futuro ha elevado el nivel de ahorro de Japón mientras contribuye a la deflación en ese país. Obviamente, un incremento en el ahorro significa que hay menor demanda. Esto hace que las empresas se encuentren sosteniendo grandes inversiones y obteniendo bajas ganancias, mientras recurren al recorte de precios necesario para deshacerse de los excedentes en stock.

Al mismo tiempo, hay una reducción en el empleo que induce a los compradores a ahorrar más y gastar menos.

La inseguridad laboral, los bajos salarios y el desempleo han potenciado aun más el ahorro de las familias japonesas que temen quedarse totalmente desamparados, con lo cual se contrae el consumo.

Este problema de la disminución demanda interna ha traído problemas serios a la economía nipona ya que el consumo personal representa el 60% del producto interno bruto japonés.

Pese al fuerte descenso generalizado y continúo de los precios (deflación) se demuestra una desconfianza masiva a consumir y es que la deflación reduce los beneficios de las empresas, estimula el desempleo, la disminución de los salarios y agrava las deudas de los bancos.

Las encuestas revelan que el pueblo japonés se siente más pesimista con respecto a su futuro que en cualquier otro momento después de la Segunda Guerra Mundial. Temen al retiro, les preocupa perder sus trabajos y no creen en las promesas del gobierno.

Los ancianos cuidan celosamente sus ahorros, las familias con niños están reduciendo sus gastos e incluso los “solteros parásitos”- jóvenes que disponen de sueldos generosos para gastar y aún viven con sus padres – están comenzando a cambiar sus costumbres derrochadoras.

En el segundo semestre del 2003 las cifras revelaron que el gasto de consumidores, equivalente al 60% por ciento del PIB, avanzó apenas en el 0.3 % respecto al trimestre anterior.

La tasa de desempleo, principal determinante de la demanda interna, llegó alcanzar el record de 5,5% durante los tres primeros meses en el 2003, estando actualmente en un 5,4%. Hoy existen aproximadamente unos 3,57 millones de personas desempleadas, en un país donde hasta hace poco se aseguraba el empleo de por vida…

Al deterioro de la demanda interna se le unen, el enfriamiento de las exportaciones de Estados Unidos, la debilidad de las economías asiáticas, la volatibilidad de los mercados bursátiles y sobre todo, las dificultades del sector bancario y financiero.

Todas en su conjunto constituyen causas fundamentales del estancamiento económico japonés.

El quinto y último problema es la ineficiencia del sector público: El pueblo nipón ha perdido la confianza en las políticas económicas tomadas por el gobierno. Las promesas que cada primer Ministro brindaba para darle coto a los problemas económicos, el retardo o ineficiencia en tomar esas medidas.

A los problemas económicos se le suma la inestabilidad política que ha hecho que se haya perdido esta confianza.
Durante los últimos trece años, Japón ha tenido once primeros ministros, todo ello debido a la falta de un líder adecuado. Según la opinión del pueblo, los políticos son electos en base a que van a cambiar las cosas, pero en realidad no han hecho nada.

Encuestas realizadas apuntan que un alto por ciento de la población no cree ni en políticos ni partidos los cuales se han visto envueltos en grandes escándalos por corrupción.

Los sucesivos gobiernos japoneses gastaron toda la década buscando la vía para sacar al país del estancamiento.

Se adoptaron, uno tras otro, “once paquetes de estímulo fiscal” (aumento del gasto público, incluido el gasto armamentista y reducciones de impuestos), por casi 5 millones de millones de dólares, una cifra superior al PIB japonés (4,5 millones de millones de dólares).

Al fracaso de cada uno de estos paquetes para sacar adelante la economía, le sucedía un paquete mayor.

En el curso de la década, como consecuencia de la inyección de fondos públicos, la deuda japonesa creció hasta alcanzar los 6 millones de millones de dólares, equivalente al 120% del PIB a finales de 1999.

La fenomenal inyección de gasto público no logró sacar al país de la recesión porque las empresas sobre endeudadas y con una enorme capacidad instalada excedente, no necesitaron aumentar sus inversiones.

La mayoría de las empresas del Estado ya están sobre endeudadas y enfrentan obstáculos insuperables para pagar los intereses de esos créditos, por lo tanto temen endeudarse cada vez más.

Las reducciones impositivas, no lograron aumentar el consumo privado porque las familias no aumentaron sus ingresos efectivos, como consecuencia de la generalizada caída de los ingresos asalariados (por el aumento del desempleo y la reducción de los salarios)

Para el economista estadounidense Ronald McKinnon, profesor de economía internacional de la Universidad de Standford de los Estados Unidos, el prolongado estancamiento de la economía japonesa se ha convertido en “el gran fracaso de la macroeconomía moderna”, afirmaciones como estas abundan en la prensa económica. A pesar de aplicarse todas las políticas económicas de posguerra no han funcionado en Japón

En estos últimos años después de la explosión de la burbuja económica, la economía nipona se ha caracterizado por una vorágine de precios de activos en caída, crisis bancarias, beneficios empresarios reducidos y aumento de las deudas del Estado.

Un ejemplo de poca o nula gestión realizada por la dirección del Gobierno para tratar de frenar una recaída en los índices macroeconómicos es el caso del impopular ex primer ministro japonés Yoshiro Mori que tuvo que renunciar a su cargo a principios del 2001, después de haber estado solamente un año en su presidencia, debido a una serie de escándalos por falta de transparencia e iniciativas para levantar la economía, trayendo como consecuencias una crisis generalizada de credibilidad hacia el gobierno.

El primer ministro Junichiro Koizumi que sustituye a Mori en abril del 2001, a diferencia de la pasividad de sus antecesores contaba con una popularidad exclusiva, miembro del Partido Liberal Demócrata se ha comprometido en sacar a Japón adelante con una serie de reformas estructurales, fiscales y económicas.
Consideraciones Finales

Tras los intentos infructuosos de numerosos primeros ministros para sacar a Japón de la peor crisis de la posguerra, los japoneses con Koizumi parecen estar dispuestos pues a dar una oportunidad a un político que no promete seguridad y buena vida sino que admite que las reformas necesarias para la reactivar la economía tienen un precio.

Los cinco puntos vulnerables de la economía nipona son muy difíciles de superar aunque no imposible. El problema de los créditos irrecuperables es uno de los que más está golpeando a la economía nipona, siendo el corazón del problema financiero, llegando alcanzar estos créditos malos la cantidad de un millón de millones de dólares, representando aproximadamente el 25% de PIB japonés.

Otro de los problemas más grave de Japón en sus sistema financiero es la deflación motivado sobre todo por el estancamiento que viene sufriendo Japón desde 1990 cuando reventó la burbuja financiera, la deflación está trayendo un circulo vicioso pues al existir bajo consumo, hay entonces menos ingresos de las empresas por la ventas y por tanto menas ganancias y menos salarios, estimulando todo esto al desempleo y empleo a tiempo parcial.

Las reformas que propone Koizumi, tiene repercusiones no solo en el ámbito económico, sino también en el ámbito político y social. Veremos cómo se comportará la economía nipona con estas reformas y sus secuelas.

Bibliografía

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  • Reuters, “FMI asegura que economía mundial mejora” 18/09/03
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  • Suda Kazuhiro. 2001. Broadband Access in Japan: Implications for the Future Universal Network, Economic & Social Research Institute. (Tomado de Internet)

Msc. Ernesché Rodríguez Asien – Profesor-Investigador Universidad de la Habana Facultad de Economía Graduado de Licenciatura en Economía de la Universidad de la Habana (1996) y Máster en Relaciones Económicas Internacionales del Instituto Superior de Relaciones Internacionales «Raúl Roa García» (2004). rodriguezasienarrobayahoo.es

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