La ciencia y la técnica desde la visión de José Martí

El siguiente trabajo resume una parte importante de la vida y obra de nuestro gran maestro José Martí, teniendo en cuenta algunos conceptos de escritores cubanos dedicados a los problemas sociales de la ciencia y la tecnología y a partir de una revisión bibliográfica se demuestra como él ubicado en un contexto social muy diferente al actual logra con mucha claridad inmiscuirse e influir de forma previsora en los avance científico – técnicos de la época, nuestro Héroe Nacional cubano aprendió el saber científico de su época y lo divulgó para bien de los pueblos latinoamericanos con una notable intensidad, diversidad de miras y excepcional altura literaria, lo cual permite asegurar que fue un hombre de ciencia.

El desarrollo de la tecnología a lo largo de toda la vida ha ido transformando los procesos sociales, desde lo económico y lo político hasta la vida íntima de las personas, los patrones de consumo, la reproducción humana, la calidad de vida y sus índices de mortalidad. La ciencia y la tecnología invaden el mundo contemporáneo tal y como lo evidencia el resultado histórico tras el cual se revelan varios destacados procesos sociales que explican el estatuto social de las mismas.

El paradigma tecnológico de estos tiempos ha sido especialmente intensivo en el consumo de conocimiento e impactante en términos de su alcance social por lo que se puede afirmar definitivamente que la ciencia es un agente de transformación.

A partir de estas consideraciones se revelan diferentes manifestaciones del fenómeno que llamamos ciencia y también se aprecian las transformaciones profundas que ha experimentado en su devenir y el cambio en su posición social.

Para hacer una caracterización breve y precisa de lo que entendemos por ciencia “Se le puede analizar como sistema de conocimiento que modifica nuestra visión del mundo real y enriquece nuestra imaginación y nuestra cultura; se le puede comprender como proceso de investigación que permite obtener conocimiento, los que a su vez ofrecen mayores posibilidades de manipulación de los fenómenos; es posible atender a sus impactos prácticos y productivos, caracterizándola como fuerza productiva que propicia la transformación del mundo y es fuente de riquezas; la ciencia también se nos presenta como una profesión debidamente institucionalizada portadora de su propia cultura y con funciones sociales bien identificadas”.(1)

Por otra parte la tecnología suele identificarse con equipos, aparatos, sin embargo, es mucho más que una suma de los mismos. La tecnología es una práctica social que tiene tres dimensiones, la técnica, la organizativa y la ideológico – cultural.

La tecnología, más que como un resultado, único e inexorable, debe ser vista como un proceso social, una práctica que integra factores psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales; siempre influido por valores e intereses.

En tal sentido han dedicado parte de su vida a estudiar estos temas historiadores, filósofos, sociólogos y científicos que sin duda enriquecen en profundidad y diversidad tan complejo como importante fenómeno social. Es por ello que la ciencia, la técnica y la tecnología no escaparon al pensamiento martiano con su visión política, humanística y ética.

Fue José Martí, ejemplo singular de hombre de formación esencialmente humanística, quien percibió a plenitud la necesidad de poseer una cultura integral a la altura de su tiempo.

El propósito fundamental de este trabajo es destacar la figura del Maestro como divulgador de los avances de la ciencia y la técnica en las dos últimas décadas del siglo XIX, y su influencia en su pensamiento científico – técnico. Se realiza un análisis de la época de los últimos quince años vividos por Martí, de su ejercicio periodístico como vehículo más importante, mediante el cual manifiesta su interés y encuentra su más alta expresión en la revista La América.

La ciencia y la técnica son vistas por Martí, ante todo, como un fenómeno social, su desarrollo depende de las condiciones históricas concretas en que un Pueblo surge y progresa. Concibe la ciencia como el conjunto de los conocimientos humanos aplicables a un grupo de objetos que se relacionan entre sí.

Martí considera que el desarrollo científico técnico debe estar en función de la satisfacción de las necesidades de las grandes mayorías, de los humildes, que crean la cultura con su trabajo manual y espiritual, y no de las ansias de riqueza y poder de los que explotan a esas mayorías en su beneficio personal. De ahí, que los pueblos de América Latina debían asimilar de manera creadora los adelantos científico – técnicos.

José Martí al analizar con mayor profundidad y realismo la sociedad de la época en que vive en los Estados Unidos (1881 – 1895), accede a una visión muy avanzada de la relación hombre, naturaleza y sociedad, convirtiéndose en uno de los más completos divulgadores de los avances de la ciencia y la técnica de su época.

De alguna manera Martí comprendió que la materialidad del mundo estaba en su unidad y vio la naturaleza como un sistema coherente y armónico del que formaba parte importante el hombre como sujeto racional, capaz de conocer su ser y la naturaleza a través de la ciencia, pero además con la conciencia de que el equilibrio del mundo estaba precisamente en esa relación con su micro y macro entorno.

Por tanto, el hecho de que Martí fuera por sobre todas las cosas un político, y que no utilizara sistemáticamente el lenguaje técnicamente científico para expresar su saber acerca de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, no significa que actuaba a ciegas y mucho menos que careciera de un pensamiento y cultura científicas. Aquí es bueno recordar las ideas del Ché cuando planteó: “Convendría decir que la teoría revolucionaria, como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado; es decir, que la Revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, aun sin conocer la teoría”.

¿Y quién puede tener dudas del análisis excepcional que Martí hace de su realidad histórica? ¿Y quién puede quitar a Martí el rango de haber sido el político más grande que dio nuestra América en la segunda mitad del siglo XIX? Esas verdades reconocidas en Cuba por todos desde hace mucho tiempo, nos permiten aceptar, de hecho, la cientificidad de todo el pensamiento martiano.

Este marco que sirvió de contexto y fuente a las ideas de Martí respecto al progreso científico – técnico, encontró su despliegue en el quehacer literario del Maestro, y en particular en su ejercicio periodístico el cual se convierte en su vehículo más importante aunque no el único mediante el cual se manifiesta el interés martiano por el devenir científico – técnico.

La originalidad del periodismo de nuevo tipo que inicia José Martí como vehículo para la divulgación científico – técnica encuentra una de sus más altas expresiones en la revista La América. Esta publicación había comenzado en abril de 1882, en Nueva York, bajo la dirección de Rafael de Castro Palomino, quien solicita la colaboración del poeta. En los primeros meses de 1883 José Martí asume la dirección de La América y se mantiene en ese cargo al menos durante trece meses, pues se sabe que en enero de 1884 es ratificado en éste por Ricardo Farrés, entonces nuevo propietario de la revista. A partir del mes de marzo de 1883, el Maestro redacta La América en su totalidad, desde los titulares hasta los artículos ensayísticos.

Martí caracteriza La América como “periódico útil”, pues se dedicó a divulgar los adelantos de la industria, comercio y agricultura de los productores de la América del Norte, y en el avisador prudente de los compradores de la América del Sur.

Este carácter de la publicación permite a José Martí tratar desde las páginas de La América los recientes descubrimientos científicos, la reseña pormenorizada de las exposiciones que exhibían los últimos logros de la técnica, así como el comentario de libros nuevos y la reflexión sobre importantes aspectos de las relaciones económicas que trataban de imponer los Estados Unidos a nuestra América, especial énfasis pone en subrayar la necesidad de la formación científica como soporte esencial de la educación en nuestros pueblos.

En el artículo “Escuela de Electricidad”, Martí dice:

“Al mundo nuevo corresponde la Universidad nueva. A nuevas ciencias que todo lo invaden, reforman y minan nuevas cátedras. Es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época, y la época. En tiempos teológicos, universidad teológica. En tiempos científicos, universidad científica.”(2)

El Maestro se refiere a las escuelas técnicas, de las que se sale graduado en toda ciencia nueva, con programas que recogen lo más actualizado del saber científico.

A este nuevo mundo corresponde la Universidad nueva. Según Núñez Jover en las universidades actuales se tiende a identificar ciencia con conocimiento probado o con teoría científica, enfoque muy estrecho que ignora que la ciencia es una actividad social dedicada a la producción, así como a difundir y aplicar conocimientos, por lo que constituye una actividad institucionalizada, que debe promulgar la educación de profesionales y estudiantes en estos principios.

Abogando por la universidad nueva, Martí propone que en nuestros países debe hacerse una revolución radical en la educación; que se debe aprender a cultivar en las haciendas, mecánica en los talleres y a la par hábitos dignos y enaltecedores de trabajo, el manejo de las fuerzas reales y permanentes de la naturaleza, que aseguran al hombre un sustento permanente y real.

Los criterios martianos sobre agricultura evidencian una valoración dirigida a destacar el primerísimo lugar que ella ocupa en la infraestructura de nuestros países. El tratamiento de este tema en la obra del Maestro deviene fundamentalmente de Lección socioeconómica para el óptimo aprovechamiento de nuestra riqueza agrícola. Se roza la alusión directa a técnicas específicas de explotación; abonos, maquinarias agrícolas, cultivo, animales y recomienda la necesidad de adoptarlas como premisa en aras del progreso social.

Prevalece en sus concepciones agrarias la proyección de un estilo de economía asentado en la explotación inteligente de la tierra y armonizado con la instrucción continua de la masa campesina: “Siémbrese química y agricultura, y se cosecharán grandeza y riqueza” (3) señala en 1878.

A todo hombre debieran enseñarle, como código de virtud, fijadoras de ideas y esclarecedoras de la mente, las Ciencias Naturales….” En estos fragmentos se observa el interés del Maestro en sustentar la enseñanza sobre una base científicamente sustentada. Martí logró establecer un equilibrio perfecto o la combinación necesaria entre la enseñanza de las ciencias y la formación de valores humanos. Principio de la enseñanza que conduce a la formación integral del individuo.

“Los hombres necesitan conocer, cultivar y aprovechar los elementos inagotables e infatigables de la naturaleza. Los hombres crecen cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien” es por eso que la ciencia va engrandeciendo a las personas dedicadas a desarrollar la inteligencia para beneficio de todos por igual, también sobre este tema refiere de forma pertinente la importancia creadora y formadora del desarrollo de los valores relacionados con el amor al trabajo

“Esta educación directa y sana; esta aplicación de la inteligencia que inquiere a la naturaleza que responde; este empleo desocupado y sereno de la mente en la investigación de todo lo que salta a ella, la estimula y le da modos de vida; este pleno y equilibrado ejercicio del hombre, de manera que sea como de sí mismo puede ser, y no como los demás ya fueron; esta educación natural, quisiéramos para todos los países nuevos de América”.

En las ideas de este gran hombre, la interacción Hombre–Naturaleza adquiere matices esenciales, a partir de un desarrollo de la ciencia, aspecto que no podrá concretarse adecuadamente, sino se desarrolla de una educación, acorde a las exigencias del contexto en que se desenvuelve el hombre y donde será vital la integración estudio trabajo; como condición imprescindible para la formación general e integral, alude a la grandeza de aquel que se vincula a las labores agrícolas, destacando la sabiduría que los acompañan.

Con el conocimiento de la ciencia, el hombre revela su propia naturaleza. “Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. (…) He ahí, pues, lo que han de llevar los maestros por los campos. No sólo explicaciones agrícolas e instrumentos mecánicos; sino la ternura, que hace tanta falta y tanto bien a los hombres.” (4)

Con gran clarividencia se nota la importancia que el maestro le brinda a las concesiones educativas por su influencia en el desarrollo emocional y espiritual de los educandos.

El Maestro reseña con precisión técnica y evidente información sobre el tema, los esfuerzos en que se afanaban los químicos para lograr la cristalización del carbono en el laboratorio y obtener el diamante artificial.

En un artículo donde sintetiza con mano maestra el desarrollo histórico de la Química hasta esos momentos, y reseña los aportes de sus más connotados investigadores, José Martí no dice que la fabricación artificial del diamante es un triunfo posible para la Química dice que es un triunfo posible para la ciencia.

Martí observó que el hombre era el factor fundamental y más valioso dentro de los avances tecnológicos. En sus apuntes destaca la necesidad de libertad del hombre para hacer ciencia cuando precisa que “…El siglo XVIII fundó la Libertad: el siglo XIX fundará la Ciencia así no se ha roto el orden natural: y la ciencia vino después de la Libertad, que es madre de todo. Los hombres parecen estatuas de oro que juegan con fango, tienen celos uno de otros, y con el ruido que hacen sus querellas, no se oyen las voces pacíficas del ejército de sabios…” (5), o sea, solo en la paz hija de la libertad se puede hacer ciencia prudente.

Poco antes de morir, en una que escribió a la pequeña María Mantilla le dice: «Donde yo encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia, en la vida del mundo, en el orden del mundo, en el fondo del mar, en la verdad y música del árbol, y su fuerza y amores, en lo alto del cielo, con sus familias de estrellas y en la unidad del universo, que encierra tantas cosas diferentes, y es todo uno…»

Por su aptitud en tales terrenos que demostró su indisoluble poder de penetración y síntesis a la visión integradora de la realidad podemos afirmar que el intenso ejercicio periodístico de estos años, aliado al sentido de información actualizada y divulgación orientadora, convierte a nuestro Maestro en uno de los más completos divulgadores de los avances de la ciencia y la técnica de la época, donde realiza una justa valoración de la ciencia y la técnica como fenómenos sociales y vincula el desarrollo de estos con las condiciones históricas concretas, ejerciendo una alerta constante a nuestros pueblos sobre las intenciones norteñas de dominarlos.

Con esa clarividencia el Héroe Nacional cubano aprendió el saber científico de su época y lo divulgó para bien de los pueblos latinoamericanos con una notable intensidad, diversidad de miras y excepcional altura literaria.

Sus preocupaciones y orgánica lucidez con respecto a los caminos del desarrollo tecnológico de su tiempo y entorno, la capacidad para desentrañar verdades, para hacerse del sentido de las cosas, sobre todo en los dominios de la historia y de las misiones políticas que asumió, permiten asegurar que José Martí fue un hombre de ciencia.

Referencias bibliográficas

1. Núñez Jover J. La Ciencia y la Tecnología como procesos sociales. Ciudad de la Habana, Cuba: Editorial Félix Varela; 1999. p 22 – 23.

2. Martí Pérez J. Escuela de Electricidad En: Martí Pérez J. La América. 2nd ed. La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Sociales; 1975. p 281- 284.

3. Martí Pérez J. Guatemala. En: Martí Pérez J. Obras Completas. 2nd ed. La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Sociales; 1975. p 156.

4. Martí Pérez J. Maestros Ambulantes. En: Martí Pérez J. La América. 2nd ed. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1975. pp. 288 – 292.

5. Martí Pérez J. Exposición de Boston. En: Martí Pérez J. La América. 2nd ed. La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Sociales; 1975. p 349.

6. Martí Pérez J. Cartas a Maria Mantilla. En: Martí Pérez J. Obras Completas. 2nd ed. La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Sociales; 1975. p 218.

Bibliografía

Abad Pascual J. García Gutiérrez A, Sangüesa Orti J. Ciencia, Tecnología y Sociedad. España: Mc Graw – Hill; 1997.

Caum Aregay J. Doménech Amigot B, Flores Seijas J, Fransoy Bel M, Guisasola Valencia L, Hernández Poveda C. et – al. Tecnología Óptica. Barcelona: Ediciones de la Universidad de Cataluña; 1997.

Carnota Lauzán, O. Tecnologías Gerenciales. La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2005.

Díaz Caballero J. Isaac Borrero S, Arana Ercilla M, Valdés Espinosa R, Fernández Font M, Núñez Jover J. et – al. Tecnología y Sociedad. La Habana, Cuba: Editorial Félix Varela; 1999.

Martí Pérez J. Obras Completas. Vol. 7. 2nd ed. La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Sociales; 1975.

Martí Pérez J. Obras Completas. Vol. 8. 2nd ed. La Haban, Cuba: Editorial Ciencias Sociales; 1975Martí Pérez J. Obras Completas. Vol. 20. 2nd ed. La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Sociales; 1975.

Toledo Benedit J. La Ciencia y la Técnica en José Martí. 2nd ed. La Habana, Cuba: Editorial Científico – Técnica; 2003.

Toledo Sande L. Biografía de José Martí. 2nd. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1998.

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